Lust, lost_Ella es una por el día y otra por la noche:

Era una tarde cualquiera, una más en esa vida tan aburrida… pero las horas pasaban y la hora de la salida se aproximaba, llevaba unos días parada, quizá unas semanas…
Necesitaba salir de aquella cueva tan oscura, fría y llena de recuerdos, particularmente amargos, pues las paredes del ático 11 encerraban un sinfín de historias, todas ellas estaban grabadas con tinta transparente y sólo ella las captaba, como si se trátase de una médium.
La hora llegaba, esta vez no preparó uno de esos suculentos manjares que solía hacer a sus invitados. Tenía pensado algo más informal, una especie de pica-pica, además conocía muy bien a su amigo y sabía que preferiría una cena ligera. Así que se vistió, estrenando una camiseta fucsia con una ilustración muy personal, que le había regalado su iru aquél mismo día, y enchufó la plancha para hacerse el flequillo.
Cuando se estaba planchando los primeros mechones, la puerta sonó enérgicamente, él ya estaba aquí.
Se abrazaron emotivamente y se besaron las mejillas. Le tenía un cariño fraternal, eran dos buenos amigos. Estuvieron un rato hablando y sobretodo riendo, ella se reía mucho con él, bebieron y comieron. Sobretodo bebieron, empezaron a buscar cosas chistosas a través de Internet, y seguían riendo y comentando…
Esperaron a media noche y empezaron a hablar sobre que lugar podrían visitar, para una copa y unos bailes. Finalmente se decidieron, se despidieron de la compañera de piso de ella, su querida iru, ella yacía delante del ordenador como hechizada por todas esas imágenes y colores de la pantalla, se estaba comunicando con alguien muy querido y lejano, estaba en otro lugar, pero la palabra adiós la despertó del hechizo vampírico, y con esa tierna sonrisa que la caracteriza se despidió de ellos.
Subieron al coche, la noche no era muy fría pero era silenciosa, como aquél pequeño pueblo que ella tanto adoraba.
Tomaron rumbo a un pueblo cercano en el que la fiesta tenía otro sentido, unos pocos kilómetros y el desenfreno junto con el alcohol estaban listos para servir.
Llegaron. A pesar de que llevaba las gafas puestas, notaba una tenue niebla en el ambiente. Entraron juntos de la mano, a simple vista podrían haber parecido una pareja formal, pero no, eran dos grandes amigos.
Entraron por la sala de atrás, al parecer había un concierto en la sala principal y si querían acceder a ella el precio era más elevado, además no buscaban una velada tranquila, esa noche querían una orgía de música y bebida con una pizca de intrusismo. De hecho, ella quería.
Él estaba comprometido y sólo tenía corazón para su dama. Ella buscaba nuevas experiencias, historias locas para relatar y un poco de cariño en todos esos corazones que se disponía a conquistar para luego hacerlos añicos. Buscaba almas pérdidas, como la suya, para alimentarse de ellas y conseguir algo más de lucidez, en esa vida tan terrenal y monótona.
Anduvieron un rato por la sala pequeña, y con unos cuantos litros de alcohol en el estómago empezaron a bailar y reír al son de la música. Se abrieron las puertas de la sala contigua y decidieron visitarla. La música era mucho mejor allí, aunque el concierto aún seguía en marcha, y al parecer era bastante pésimo, sobretodo la voz de muñeca de la cantante. Ella empezó a buscar como la leona busca su presa, vio a un par de víctimas bastante apetecibles y de repente… su vista se topó con una presa, una que ella conocía que había visto y conocido en una ocasión en la que ella era la dama de día, sus ojos se encontraron y por un instante el tiempo se congeló.
¿La habría reconocido? Ella si, y una sonrisa se dibujó en su pálida cara. Él seria la presa.

Lo había marcado, sí, tan solo con la mirada, con aquella mirada hechizadora y directa que tenía. Se giró y siguió disfrutando de la noche con su acompañante. Pasaron unas horas y mientras se mezclaba entre todos aquellos maniquíes guiados por sonidos electrónicos y la excitación se olía por doquier, la presa volvió sigilosamente acercándose cada vez más a ella. Ella seguía absorbida en esa fiebre de éxtasis que respiraba el edificio, hipnotizada por cada nota que sonaba y en una nebulosa cada vez más opaca.
Traspasó la cortina de humo y lo vio, él le devolvió la mirada con un extra de sonrisa tentadora. Lo sabía, era la hora de atacar, de alimentarse de ese cuerpo divagante que la esperaba ansiosamente.
La dama de la noche sabía todos los trucos para encantar a sus víctimas, era una maestra en el arte de seducir, una sola mirada acompañada de un gesto desinteresado y los hombres caían delante de ella…
Hablaron y hablaron, bebieron, rieron, se mostraron totalmente transparentes, se fundieron con la noche y acallaron todas las voces de la discoteca, sólo ellos dos.
Salieron del recinto y caminaron hasta la madriguera de él. Todo flotaba, se sentía como en un cuadro expresionista en el que no faltaba ninguno de los matices de la paleta. Iban cogidos de la mano, para no caerse, para mantener el equilibrio entre los dos, o para darse ese amor que se darían unos instantes después, tan efímero.
Se pararon a medio camino y él la beso tiernamente. Uno de los besos húmedos y apasionados que acontecería en toda la noche. La dama de la noche envolvió en su manto a aquél desorientado chico, y la noche los guió a ambos.
Se amaron apasionadamente una y otra vez, hasta que los cuerpos desnudos, sudados y sin apenas fuerzas se abandonaron él uno junto al otro, durmieron como dos bellos y jóvenes amantes.
Las horas pasaron y los ruidos aparecieron del exterior entre aquellas cuatro paredes. Ella se vistió, mareada, sudada, llena de él, desorientada. Él la besó en la espalda y le trajo un vaso de agua. Finalmente se levantaron. Ella ya no era la "dama de la noche" se había dormido en algún recoveco de su cansado cuerpo. No sabía como actuar, quería disfrazar su estado, para que su bello amante no notara lo terriblemente exhausta y pesada que se encontraba. Lo consiguió, pero un trago de aquél amargo café la despertó de su disfraz. Ya no podía fingir mucho tiempo más, así que se despidió con un fugaz beso y se dejó caer a manos de aquél sol tan resplandeciente que la acosaría en su caminar.
Se sentía muy leve, su alma… no estaba, la dama de la noche se la había llevado, tendría que caminar y llegar a su casa para cobrar fuerzas y reencontrar su psique. Pero un duro camino le esperaba…
Consiguió llegar a casa, aunque su alma aún no estaba con ella, y su cabeza tampoco, seguía flotando cada vez más alto. Se tiró en el sofá con todo su poco peso y se deshizo de aquellas mortales botas que había soportado todo el camino…
Se incorporó y permaneció lo más recta que su cuerpo la pudo dejar. Estaba rendida y perdida sin su alma ¿ que podía hacer?
¿Cómo se puede recuperar un alma?
Intento comer algo para alimentar su cuerpo y recobrar las fuerzas que necesitaba, pero solo pudo llevarse un mendrugo de pan, le faltaban fuerzas, le faltaban ganas, necesitaba recuperar…
Yació en la oscuridad con sus pensamientos, y los recuerdos, los que podía vislumbrar de la noche anterior, de repente… la puerta se abrió.
Iru, que ahora haría las veces de ángel, ese ángel salvador que había llamado desde su interior.
Había llegado!!!

Unas horas pasaron y la psique empezó a aparecer dentro de ella, la notaba como una brisa fría pero hermosa, su cuerpo empezó a coger más volumen, más fuerza, color. Su cadavérica cara desapareció volviendo a darle a sus labios ese rubor tan atractivo que solía tener. Y su cabeza con un terrible martillazo volvió también a ella, volvía a estar completa, volvía a ser simplemente ella.
Y sus recuerdos le vinieron a la cabeza y contó lo ocurrido a su querida compañera, a su fiel iru a su ángel salvador…
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